"Alguien me subió al carro ese día. Realmente no recuerdo como fue, aún era de noche y permanecía dormida, lo recuerdos son vagos, borrosos e imprecisos. Si me esfuerzo mucho veo una silueta que me toma en brazos con una calidez
bellísima, pero solo eso; desperté en el asiento del
copiloto con el aire
colándose por la
vetanilla a medio abrir.
A pesar de mi sorpresa por encontrarme ahí, no pude dejar de admirar el paisaje que pasaba lentamente a nuestro alrededor. El sol apenas comenzaba a asomarse por detrás de las colinas mientras una sensación extraña se apoderaba de mi ser,
haciendome reír en voz alta, dejando que el sonido escapase hacia el mundo. Miré a mi conductor y me alegró ver que él también reía de la misma forma que yo.
Recorrimos mucho juntos, compartimos mucho juntos; visitamos los lugares más extraños, más tristes, más hermosos, más graciosos, más espectaculares, más
conmovedores, más especiales. En cada uno de ellos hacía que me agachara contra el suelo y oprimiera mi mano en la tierra; "¡Así sabrán que estuvimos aquí un día!" me decía y luego él oprimía su propia mano junto a la mía. Nos
alejábamos sonriendo de oreja a oreja, pensado en el próximo destino para plasmar nuestra huella. A pesar de ser tan
sutil, tan invisible, sabíamos que sí
regresábamos algún día, ahí estarían, intactas; frescas como si fuera ese mismo día. Creo que está de más mencionar que jamás regresamos a ninguno de ellos... juntos no, por lo menos.
Durante ese periodo aprendí muchísimo. Mi conductor me enseñó todo lo que se suponía debía saber; lo hacía con tanto entusiasmo y con tanto amor que, sin que fuera consciente de ello,
comenzé a amarlo también. Si pienso en ello ahora, me pregunto el por qué: ¿Por la extraña necesidad de corresponderle? o quizá por el simple hecho de que fue él quien me puso en ese viaje, quien me
dió la oportunidad de conocer el mundo en su más puro esplendor.
La pregunta correcta sería ¿Por qué me amaba él? ¿Qué había hecho yo para merecer tanto de su parte? Algunas veces lo maltrate demasiado y sigo
reprochandomelo, más su cariño jamás flanqueo.
Hay un tipo de amor que suele ser el más irracional. Cuando amas a alguien de esa manera tan loca tu mente falla tanto que no importa el ser degradado, despreciado, maltratado; lo único que deseas es que la persona amada sea feliz, que esté bien, que no le falte nada, que nada ni nadie lo dañe; ni si quiera tú. Sabes que una persona ama de ese modo cuando en sus ojos todo lo que puedes leer es "ese" nombre.
Después de años de observar y observar este tipo de
comportamiento tengo la impresión de que esa era la clase de sentimientos que él tenía hacía mí. Es el tipo de amor que tú inspiras, sin desearlo, sin planearlo. Sólo por que sí.
Me separé de él cuando me creí capaz de hacerlo,
ví en su rostro una tristeza inmensa, profunda, de esas que calan hasta lo más profundo del ser y de las que no te puedes deshacer tan fácilmente. Él ya lo esperaba y creo que esa agonía interna lo había hecho sufrir durante mucho, sin embargo, también
ví orgullo y felicidad. Él sabía que así tenía que ser y me dejo marchar, dejo que descubriera el mundo que me quedaba a mí manera.
Decidí viajar en moto en vez de auto; quería experimentar otro tipo de cosas y una moto cambiaba mi visión de las cosas.
También aprendí bastantes cosas por mi cuenta; conocí gente, conocí lugares, trabajé, gasté, admiré, subí, bajé, corrí y caminé, salté, nadé, bailé, caí, desperdicié. Devoré con los ojos y el alma todas y cada una de las experiencias, todas y cada una de las personas, todos y cada uno de los lugares. Me nutrí de sol todos los días y me cobijé con la luna al anochecer.
Hubo días oscuros y deprimentes; lloré hasta secarme, me atormente hasta casi morir, pero sabía que al final del día el cielo se despejaría y la luna iluminaría mis penas,
haciendolas menos pesadas.
Visité tantos lugares con música que pronto aprendí a crear mi propia melodía, y después de eso toda una banda sonora que me acompaña hasta el día de hoy, hoy que sentada en el lugar que
elegí fuera mi hogar escribo éstas líneas.
Sí tuviera detrás de mi cabeza un medidor de
kilometraje habría demasiados números, tantos que sería difícil leerlos de corrido.
HahaDe repente me da por voltear atrás y al mirar todo lo que llevo viajado me siento feliz, más dirijo mi vista al frente y me doy cuenta que aún me falta mucho, que el horizonte no es el final y que detrás de él hay muchos más.
Me
rio en éste instante, como la primera vez que admiré el paisaje
atravéz de la ventanilla abierta.
No sé que pase mañana, pero me gusta imaginarlo, crearlo dentro de mi cabeza, pues al hacerlo ya existe.
Y si aplico todo lo que he aprendido a lo largo de éste viaje... existir en el mundo otro día más es lo más importante, de lo demás; me encargo yo!"
----
o_o Mi contribución de la semanaaa ~